Redes para el cuidado y el cariño

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Redes para el cuidado y el cariño
Había un Internet maravilloso, uno en el que navegabas buscando tesoros. Los mayores nos los daban nuestros amigos en links escritos en un papel, o aquellos que eran nuevos amigos en los cibercafés y salas de estudio de los colegios, las universidades y las bibliotecas públicas. Revisábamos el correo y esperábamos intensamente palabras de alguna amiga sabiendo que eso significaba que había pasado tiempo ante el ordenador pensando en ti, como si del papel y boli se tratase.
Había un Internet maravilloso, uno en el que navegabas buscando tesoros. Los mayores nos los daban nuestros amigos en links escritos en un papel, o aquellos que eran nuevos amigos en los cibercafés y salas de estudio de los colegios, las universidades y las bibliotecas públicas. Revisábamos el correo y esperábamos intensamente palabras de alguna amiga sabiendo que eso significaba que había pasado tiempo ante el ordenador pensando en ti, como si del papel y boli se tratase.

Aún así no hay nada más patético que hacerse el viejoven hablando de que otros tiempos fueron mejores. Es momento de pensarse, y muy bien, qué redes queremos construir. Porque éstas serán un indudable reflejo del tipo de sociedad en el que queremos vivir. Así, hoy, hablar de redes implica en el entendimiento popular una relación directa con lo digital. Esto, es así, podemos obviarlo o enojarnos por ello, pero en ambos casos estaremos cegándonos ante la necesidad de emprender acciones que se hacen cada vez más urgentes.

¿Por qué esta urgencia? Porque estamos viviendo una progresiva centralización de Internet, y es cada vez más acuciante. Esta centralización implica que ante la increíble variedad de espacios de debate, plazas y ágoras que existen en el ciberespacio, nos quedamos en esos jardines vallados donde se genera uno de los peores simulacros: el de la comunidad.

Una comunidad dialoga, comparte, crea, y para que ello ocurra necesita estar en un ambiente ecológica y culturalmente sostenible. La ecología como modo de pensarnos la inversión de nuestros recursos naturales, en este caso nuestro ser, y culturalmente como el modo de pensarnos la inversión de nuestras acciones directas sobre nuestro contexto, nuestro hacer.

A día me encuentro en uno de los procesos más interesantes que desde la Comunicación Abierta se me ocurre: la creación de comunidad a través de redes libres. Es por eso que creo firmemente en la necesidad de defender no una, sino miles y millones de redes. Y así, crear comunidad no se convierte en crear más y más páginas en redes sociales corporativas que no son sino la misma cosa. Más bien es crear los espacios necesarios para cada persona o colectivo que necesita hablar pueda hacerlo desde la garantía que sus datos están seguros y que sus pasos en la red no son contabilizados monetariamente. Y más importante, crear comunidad es dar la posibilidad de crear, y sobre todo, crear con otras/os. Compartir espacios desde dónde ser y hacer sintiéndose escuchado y con el deseo de lectura recíproca. Esa lectura que no hacemos en los libros ni en los posts.

Es por ello que la inversión de tiempo, esfuerzo y cariño que verán en las Trayectorias del Barrio Hacker serán directamente proporcionales al deseo de convertir Internet en el espacio para lo que fue realmente concebido: la pluralidad, la abundancia, la comunidad, el intercambio, la accesibilidad…

Abrimos nuestro blog con la enorme esperanza de convertirlo en algo porque nos saben a poco en lo que se han convertido las redes. Pero no creemos sólo un blog, o una red, creemos tantas cosas que se nos escapen de las manos, pero sobre todo, creemos las posibilidades para que las personas se encuentren a través de ellas y así, podamos generar una realidad futura en la que nos cuidemos más.

Hagamos de esto una conversación

1 comentario en «<span class='p-name'>Redes para el cuidado y el cariño</span>»

  1. REDES PARA EL CUIDADO Y EL CARIÑO https://www.comunicacionabierta.net/2015/10/redes-para-el-cuidado-y-el-carino/
    Había un Internet maravilloso, uno en el que navegabas buscando tesoros. Los mayores nos los daban nuestros amigos en links escritos en un papel, o aquellos que eran nuevos amigos en los cibercafés y salas de estudio de los colegios, las universidades y las bibliotecas públicas. Revisábamos el correo y esperábamos intensamente palabras de alguna amiga sabiendo que eso significaba que había pasado tiempo ante el ordenador pensando en ti, como si del papel y boli se tratase.

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