Hace unos días hablaba con un comunicador de una plataforma de Perú, muy interesante, una organización que trabaja con organizaciones comunitarias e indígenas. Me comentaba que cambian la web de mucho tiempo en mucho tiempo, porque es algo que requiere tiempo para pensarlo y que el grupo acepte los cambios.
¡5 años hacía de la última reestructuración de la web! ¡5 años! Y si pongo admiración es porque no me parece en absoluto mucho tiempo. Más bien hasta poco pensando que algunas personas de la organización son mayores y esas cosas de la dificultad de adecuarse a las nuevas tecnologías y cháchara.
Por un momento pensé que casi cambian su web cada menos tiempo que yo escribo en el blog. Y me hizo recordar cuando le quise poner nombre a este espacio. Pensé en un danicotillas.com de inicio porque tengo menos creatividad que una capibara, y como quería algo que no fuese mi nombre me llevó unas cuantas semanas y miradas de «déjame en paz ya con el tema» de amigos y familiares. Al final le puse un nombre que si bien me encanta y hasta tomo como lógica del tipo de comunicación que me gusta, en parte me persigue porque si no hablo de comunicación o cosas por el estilo me da que pensar que a lo mejor no debería publicarlo.
Eso, sumado a que llevo tiempo queriendo cambiar el diseño, porque dizque no me siento cómodo con algunas estructuras actuales de la página para que me auto-oriente en cada tipo de post… pues me sirve de auto-excusa perfecta para no saltar a las teclas.
Tengo insomnio y es una mierda. Fatal porque no me ayuda para rehacer la web como me gustaría, o avanzar en las millones de cosas que debería. Pero bueno, como decía, tal vez es cuestión de aferrarse a las teclas y ver qué sale. Incluso conseguir un poco de redención.