La contradicción como base
Una de las problemáticas a las que me he enfrentado desde los años que vengo trabajando y hablando en pos de la ética hacker y la cultura libre, es que siempre aparezco con una Mac. Siempre me toca explicar el hecho que cuando la compré no conocía ni la mitad de las cosas que sé ahora, ni mucho menos había crecido tanto críticamente como para plantearme que tal vez, esta herramienta, simboliza algo sobre lo que intento plantear una alternativa.
Tras años de colaboración en espacios de creación libre, conocer a mediactivistas bien fundamentados y (mucho) más coherentes que yo en la práctica, fui poco a poco logrando migrar hacia plataformas más libres. Intento usar siempre que puedo aquellos softwares sobre los cuáles sé que ha habido un proceso comunitario en su creación, así como una suma de los esfuerzos de muchas personas repartidas en la red. Hubo un tiempo en que incluso instalé una distribución de Linux junto a OSX para poder arrancar en cualquiera de las dos versiones, y de esa forma, poder liberar un poco más mi computadora.
Una vez hemos logrado crear (y mejor si lo hacemos con más personas) sistemas que nos representan política, social, ética y culturalmente, entonces vamos al siguiente round.
Un aumento de grados en mi propia discusión interna sobre lo libre vino cuando recibimos a Richard Stallman en el mARTadero. Ahí, automáticamente, la primera curiosidad fue: ¿qué computadora usa este hombre? Siendo el papá del software libre con una conocida trayectoria crítica aplastante hacia los sistemas privativos realmente nunca había escuchado hablar sobre su posicionamiento sobre el material en el que hacía correr un sistema operativo que te hace más libre. La respuesta más argumentada nos la da Harry Porter en Taringa aunque realmente hacia dónde se enfoca es al hecho de que es una computadora dónde sólo puede correr software libre. Todavía nos falta saber mucho sobre Lemote, la marca china que sedujo a Richard, al respecto de los puntos sobre los cuáles realmente no hay una discusión precisa: ¿de dónde sacan las materias primas? ¿qué tal son las condiciones de los trabajadores de esta empresa? ¿están consumiendo energía para la producción de manera sustentable?… Plantear estas cuestiones a miembros de una comunidad de software libre se puede convertir en un momento realmente incómodo. Sobre todo si es algo en lo que nunca pensaron ya que andaban absortos en el disfrute de las cuatro libertades fundamentales.
¿Esto se llama Hardware Ético?
Creo que aún no hay un consenso claro sobre cómo plantear esta temática. Si bien la cultura libre es la lógica, ética y accionar sobre el cual podemos argumentar el software libre (y a veces viceversa), cuando nos referimos a hardware libre, en realidad sólo estamos viendo una parte del asunto.
La Wikipedia nos dice que: «Se llama hardware libre, hardware de código abierto, electrónica libre o máquinas libres a aquellos dispositivos de hardware cuyas especificaciones y diagramas esquemáticos son de acceso público, ya sea bajo algún tipo de pago, o de forma gratuita.» Uno de los proyectos más conocidos de hardware libre es Arduino. Prácticamente toda la información que vamos a encontrar en la red nos habla sobre esas especificaciones a propósito de la total apertura programática que tienen sus componentes.
Ahora, sobre los procesos de creación de esos dispositivos, las condiciones laborales de las personas que las fabricaron, e incluso, el cumplimiento de normativas ecológicas en las minas de dónde fue sacado el mineral necesario para fabricarlas, es todavía algo que no estamos discutiendo.
Es bien conocido que Apple no tiene buena fama respecto a las condiciones laborales a las que somete a sus empleados en diversas partes del mundo. Ahora, si hacemos el ejercicio de buscar el nombre de las principales compañías productoras de tecnología acabando la frase de «explota trabajadores» nos encontramos que no sólo Apple, sino además HP, Dell, Lenovo o Samsung también van acompañados de malas noticias.
Lo más cercano a la problemática que planteo se puede leer en el blog de Lignux titulado «¿Hardware ético?», de ahí que creo que tal vez debiese empezar a llamarse así algo sobre lo que tenemos que hablar. De todos modos creo que el planteamiento de Ramón Nieto aún se puede profundizar un poco.
Qué podríamos plantear entonces
Primero de todo, y como no nos queda otra en los tiempos en que vivimos, es no estresarnos con visiones dogmáticas sobre las cuestiones tecnológicas. Si bien la migración al software libre es un paso importantísimo, probablemente no sea la mejor opción plantear en una fiesta que eres la persona más libre a este lado de la barra porque usas Ubuntu y el camarero te tomó nota de tu pedido en un iPad.
Obviamente usar software libre es de una importancia notable. El software es la forma en que queremos que trabajen los programas, lo que hace que nuestras cabezas y las millones de conexiones que se generan en ellas, puedan ser de una forma u otra. Una vez hemos logrado crear (y mejor si lo hacemos con más personas) sistemas que nos representan política, social, ética y culturalmente, entonces vamos al siguiente round.
Y aquí me parece muy importante pensar en estos aspectos de la cultura libre:
- La defensa de los derechos humanos a los que hace mención lignux debe ir acompañada de una lectura exhaustiva de éstos. No es sólo cuestión de plantear estar en contra de la esclavitud, es además, plantear que las condiciones de los trabajadores que crean dispositivos electrónicos puedan y deban basarse en lógicas cooperativistas y de cuidados.
- Un software libre que corre en un sistema no ético no debería plantearse (aún) como una herramienta de cultura libre. Digo «no ético» y no cerrado o propietario porque es complejo encontrar aún las palabras que puedan plantear que un hardware es tanto más ético cuanto más libre es en la cadena total de producción: desde la obtención de la materia prima hasta las condiciones socioeconómicas de las personas encargadas de hacértelo llegar.
- No podemos pensar en hardware ético desde la cultura libre si las materias primas (minerales, químicos,…) con las que se fabrican son extraídos de la naturaleza a través de una explotación no sostenible. Además, si el procesamiento de estas materias primas implica una contaminación desproporcionada (se me complica pensar hasta cierto punto cómo no contaminar en absoluto).
Entonces, ¿quemo mi computadora como acto liberador?
Esta entrada está escrita con el ánimo de encontrar a otras personas que andan con esta inquietud y que, seguramente, cuentan con más información que yo y me lo harán saber en los comentarios. También para animar a muchas otras a reflexionar sobre algo que en ningún momento se les había pasado por la cabeza todavía. Como sea, vivimos en un mundo demasiado contradictorio como para tomar decisiones unívocas.
La cultura libre es un mundo conceptual, teórico, y sobre todo práctico, que estamos construyendo en el teclear y el encuentro. Publicaciones como la de La Cajita (¡léela!) reflexionando sobre la necesidad de utilizar infraestructuras libres para construir cultura libre, sigue estando cada día más vigente. Y aunque lejos de poder llevarlo a una práctica coherente, no podemos dejar de tomarnos la molestia en cuestionarnos ciertas cosas.
Seguramente, como yo, quieres poder ver posibilidades de emprender caminos alternativos. Esperemos encontrarlas y sobre todo que la inspiración nos encuentre migrando.
2 comentarios en «<span class='p-name'>Hardware ético: una discusión pendiente</span>»
Jorge Gemetto (@jorgemet), de Ártica Online, me pasa un enlace que sin duda suma muchísimo a lo que habla esta entrada: https://www.fairphone.com. Minería, manufacturación, diseño, y ciclo de vida del celular como pilares sobre los que construir dispositivos electrónicos.
Hace unos días en «Salvados», programa de TV hablaban sobre el Congo, el Coltán y la situación en el Congo. Este artículo de eldiario.es sigue sumando a este post aristas muy necesarias a tener en cuenta.
https://www.eldiario.es/tribunaabierta/comprar-Fairphone-va-cambiar-Congo_6_580301994.html
Aquí un extracto bien interesante:
«El consumo ético no es ético
Una de las últimas tesis del programa es hablar del consumo responsable de móviles. Y eso nos lleva a la última conclusión, quizá la más importante para hablar seriamente de desarrollo en los países empobrecidos. Aunque todo el mundo comprara Fairphones, el Congo seguiría siendo pobre. Si un país vende cacao a otro, y este le vende chocolate al primero, ¿quién gana? El chocolate es un producto elaborado y siempre será más caro que la materia prima. Si vendes más barato de lo que compras, acabarás con deudas. Y eso no se arregla con cacao de comercio justo, cacao environment- friendly o cacao veggie wonderful para que un europeíto de clase media sienta que está haciendo su parte por mejorar el mundo.»